El amor en tiempo de virus (VIII): ¿Hay vuelta atrás?

Voy a eludir lo que pasó en la bañera por razones obvias. Sabiendo lo que ahora sé, no me siento muy orgullosa.

Fue una noche extraña. De pronto, me encontraba desnuda, en la cama de un desconocido que comenzaba a roncar. Conciliar el sueño era difícil. Aquella tos vecina se repetía en oleadas como un eco de mal augurio. Fuera, las luces de las farolas iluminaban la soledad de otra noche de confinamiento. ¿Cuándo daría señales de vida? ¿A quién?

Supe que había conseguido dormirme al día siguiente, cuando la claridad me mostró que él no estaba a mi lado. Oí chirriar los peldaños de la escalera de la planta de arriba y me asomé, sigilosa, envuelta en la sábana como en las películas. Lo vi portando una bandeja, pero no pude distinguir qué llevaba en ella. Cuando regresó a la cama con una taza de café y unos cuantos besos, fingí que me despertaba en ese momento.

Tengo que salir. Los obreros no descansamos… ¿Quieres esperarme aquí, ratita? Tengo todos los libros de Steinbeck. Y casi doscientos vinilos.

Estaba ralentizada. Ni siquiera había pensado qué iba a hacer con mi vida, si volvería a trabajar. O a mi casa. ¿Había vuelta atrás?

Tampoco tienes que decidirlo ahora. Hay una llave colgada junto a la puerta por si luego quieres salir. Ya sabes: el tiempo es tuyo. Eres libre.

Lo encontré razonable. Pensaría qué hacer después de tomarme el café. Un café que me supo raro, como antiguo.

Fotografía de @dangiuz

Deja un comentario si te da por ahí