El amor en tiempo de virus (XVII): La suerte de los fuertes

Dentro de la caja: una libreta azul cuyo título manuscrito El exterminio del rebaño dejaba claras sus pretensiones, una pequeña radio ya obsoleta y varias tarjetas de crédito con nombres de mujer. Ninguna con el mío. Ni el de Sara.

Gracias al aparato radiofónico, supe que el desconfinamiento en Bélgica había comenzado. Comercios abiertos, niños pequeños de vuelta a la escuela, gran número de trabajadores en la oficina bajo medidas de seguridad… Vaya, que podía darme por oficialmente secuestrada.

Gracias a la libreta azul, supe sobre qué bases se erigía el perverso plan de mi querido psicópata. Es duro describirlo, pero necesario. Según él, nuestra deplorable sociedad se sustentaba con grupos sociales compuestos por siervos inútiles. Débiles. Y estos debían ser exterminados. Solo así sería factible una “totalidad” de personas libres, completas e inteligentes. Fuertes. Una especie superior.

Entre esos grupos se encontraban los creyentes de cualquier religión, los políticos (como yo misma había sugerido) y en general los trabajadores/esclavos porque, según él, una persona “excelsa” no se dejaría explotar. No tardé demasiado en comprender que yo entraba en la última categoría.

Horroroso. ¿Qué tipo de persona defendería al fuerte frente al débil? ¿Qué tipo de persona querría acabar con los desfavorecidos en lugar de ampararlos? Me asqueó, desconociendo todavía la verdad, que las respuestas pudieran, de algún modo, llevar hasta mí. Había llegado la hora de saltar. De abandonar la casilla de los débiles y avanzar a la de los fuertes. O simularlo al menos.

Observé mi rostro en el espejo del baño: mi sumisión de rata doméstica debía transformase en la fortaleza de una tigresa. Me desaté la coleta y me miré con una especie de furia pretendida. “Aparenta ser cruel. Cuánto más lo parezcas, a más gente salvarás”. Sí, ese estilo de frases estúpidas me repetí hasta que un estornudo traicionero salpicó el espejo reconvirtiéndome en una ratita. Mojada. Y despeinada.

ilustración de @voice_of_arts

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